martes, 24 de agosto de 2010

Su mundo puede Cambiar.

No sería novedad que algunos de los que lean estas líneas me crean
un desquiciado, al que sería bueno internar. Así es como piensan los
muertos. ¿Qué muertos? Los que tienen sus mentes encofradas en la
codicia y no dejan que sus corazones florezcan. Es cierto que usted
los ve desenvolverse dentro de la sociedad, ocupando diferentes roles
y actividades, pero no se deje engañar... están muertos. Son cuerpos
que caminan, respirando inconciencia, hacia una tumba que les dará la
ilusión de que han vivido.

Los muertos en vida son fáciles de identificar. Viven aparentando.
Aparentan amar, aparentan ser felices, aparentan vivir, aparentan
saber, aparentan disfrutar. Sólo aparentan. Palabras como acumular,
estatus, poder, dinero y prestigio son una constante en sus bocas
rígidas, que ya no recuerdan cómo era sonreír. Ellos son los
maestros de la confusión. Son los que nos quieren hacer cree que no
es más feliz el que menos necesita, sino el que más tiene. Muertos
son también los que abusan del alcohol y de las drogas para sentirse
vivos. Los que explotan a los demás para creerse importantes. Los que
hacen de su imagen un culto. Los que no se animan a vivir su propia
vida. Los que le temen al cambio. Los que no se animan a crecer.
Muertos. Están muertos.

Morir puede que parezca una cuestión que está relacionada con el
tiempo, sin embargo es más que nada una actitud hacia la vida. La
clave está en poder sentir, pero para eso hay que dar un paso previo:
abrir el corazón. Si lo logra, si se permite sentir, su percepción
del mundo cambiará. Nacerá de nuevo. La vida estallará en mil
colores, aromas y sonidos. Verá la divinidad manifestarse en todos y
en todo. Su ser interno danzará dentro de un mar de inexplicables
sensaciones nuevas. Conocerá la dicha de estar vivo. La
bienaventuranza besará sus labios.

Es cierto que desde el punto de vista objetivo usted seguirá inmerso
en la misma realidad. Las paredes de su casa serán las mismas,
tendrá los mismos vecinos, continuará conduciendo el mismo auto,
etc; la diferencia estará dentro suyo. Usted ya no será el mismo.
Verá con ojos nuevos. Obtendrá profundidad y sensibilidad. Su mundo
se vestirá de fiesta. Será una celebración constante, porque
aprenderá a reconocer cuáles son las cosas que verdaderamente
importan. Se sentirá un privilegiado.

Puede que parezca simple, pero sentir no es tan sencillo como parece.
La coraza interna que en su momento fue funcional, porque nos ayudó a
no sufrir y a soportar los golpes del destino, asfixia cuando uno
intenta dar los primeros pasos de apertura. Recién ahí, uno toma
verdadera conciencia del grosor de la armadura y reconoce que para
sentir hay que tener la valentía de volverse vulnerable.

No existen fórmulas matemáticas para el desarme. Sólo puedo
sugerirle que apague el ruido de su mente. Escuche. Hay una voz en su
interior que le implora que cambie. No tema. Nunca es tarde. Déjese
guiar por la intuición. Abandone la vergüenza. Acabe con la
monotonía. Trascienda la rutina. Acérquese a un árbol, abrácelo.
Huela una flor. Contemple un atardecer. Exprese sus sentimientos. Sea
agradecido. Comparta. Disfrute. Libere sus emociones. Cante. Haga
ejercicios. Expanda su luz. Deje que su imaginación despegue. Pinte.
Haga lo que sienta, sin importar si lo critican. No puede darse el
lujo de pasar por esta vida sin sentir.

A veces consideramos que al mundo lo hacen los otros, que la realidad
es algo que se mira por televisión, porque nuestros trabajos no son
significativos y nuestras acciones parecen irrelevantes. Mentiras.
Simples creencias. Todos somos los constructores de esta realidad.

Gestos, palabras, actos, miradas, hechos, pensamientos… cada paso
que damos construye, y muchas veces destruye. Por eso, vuélvase
consciente. Despierte. Abra su corazón. Sienta por primera vez. Viva.
Su mundo puede cambiar.

Julio Andrés Pagano